¿En serio? ¿Me estás diciendo que esto es verdad? Calla, calla. Que no puede ser. ¿De verdad la última entrada que escribí en el blog fue en febrero de 2014? ¿Sin despedirme ni nada? ¿Dejé de escribir así sin más? No tengo perdón (miradita culpable hacia el suelo con el labio inferior hacia fuera).
Un año y ocho meses desde la última entrada. ¡Qué barbaridad! Me han pasado muchas cosas desde el día que abrí este blog en un sótano oscuro (oscurísimo) de casa de mis padres. Y en el último año mi vida ha dado un giro inesperado. Para empezar… me mudé a Madrid. Por entonces, estaba en casa de mis padres. Con 34 años y una cuenta corriente con más telarañas que el castillo de Drácula. ¡STOP! Voy a ver si soy capaz de centrarme y saber de qué quiero hablar en este post.
¿Por qué estoy escribiendo veinte meses después?
Esta mañana, a eso de las nueve me he rascado una rodilla porque me picaba mucho. No viene a cuento pero me acuerdo. Y, como a las diez, estaba actualizando mi CV. Llevaba una larguísima temporada sin hacerlo. Me he dado cuenta de que la foto se veía fatal así como muy pixelada. Y he decidido cambiarla. Como no encontraba ninguna en mi portátil, se me ha ocurrido poner mi nombre en Google y, ¡fluuum!, han aparecido muchas. Entre ellas, algunas que subieron los medios de comunicación que me entrevistaron por el blog que estáis leyendo ahora mismo. ¿Sabéis algo que me parece curiosísimo? Que a día de hoy, casi dos años después de dejar de escribir, aún entren una media de cien personas al día para leerlo. De algún modo, se ha posicionado. Cuando lo abrí no tenía ni papa de SEO. Pero le daba de comer a Google una entrada diaria con palabras clave que, por entonces, no tenía ni idea de que atraerían visitas a cascoporro. Con lo que aprendí después, ahora seguro que hasta lo habría podido monetizar. Ya me estoy yendo por las ramas. Como siempre. Me centro. Perdón…
Pues eso. Que estaba actualizando mi curriculum y al dar con mi propio blog lo he leído un rato. ¿Sabéis? Pocas veces estoy tan orgulloso de algo que he hecho como de haber abierto este blog. Cuando estaba en su apogeo mediático, debí juntar todas las entradas para publicar un libro digital. Porque aún me llegan mensajes de gente que me comenta su caso y la ayuda que le he proporcionado, sin ser consciente, escribiendo a diario. No son dos, ni tres ni cuatro las veces que me he emocionado. Hace unos meses, incluso me reconoció una chica en un bar de copas. Y me dijo que le había ayudado mucho más de lo que podría imaginarme. La sonrisa me llegaba de oreja a oreja. Y no era por un chiste que me había contado por la mañana. Tengo la boca enorme y casi me como a toda la gente que bailaba en el bar.
Total, que esta mañana he visto que llevaba muchísimo tiempo sin escribir y que no me había despedido. Así que he decidido volver a escribir hoy. Pero no para despedirme sino para, egoístamente, desahogarme. En febrero del año pasado estaba currando para una agencia de marketing digital. Además, seguía siendo el blogger de llaollao con Bee Social Media, Tarifas Blancas y Mimö además de colaborar con Artevía en la elaboración de los vídeos de promoción del BBK Live. Unos meses después del último post, me ofrecieron una prueba para entrar como guionista en un programa de televisión. Alucino porque la hice montado en un bus de camino a Bilbao. Cosas del destino… me seleccionaron. El trabajo solo iba a ser para dos meses. Se alargó unos cuántos más. El programa se llamó La Lista Tonta. Hay cosillas subidas en Youtube. El subidón duró un tiempo más porque después vino el desarrollo de una serie infantil-juvenil que está en proceso de postproducción. En unos meses seguro que algún canal la emite. Se llama Oliver Rock y mola todo. Incluso Sony Music va a sacar un disco con las canciones de la serie. Canciones en las que trabajé como letrista. También hice la adaptación de un programa internacional divertidísimo. Pero ese proyecto está en stand by. En la misma empresa, desarrollé una serie para adolescentes que, con toda probabilidad, verá la luz algún día. Probablemente en Disney. Lo último que hice en esta empresa fueron dos especiales de sketches para el canal Comedy Central que se emitirán esta Navidad y en San Valentín. Todo muy bonito. Cuando abrí este blog no podía imaginar todas estas cosas. De poco más de 100 euros que tenía en el banco… a una cantidad aceptable para poder mudarme (a un piso compartido, of course) a Madrid y permitirme vivir aquí todo este tiempo. Lo que deseaba se cumplió.
Pero hay algo que repetía una y otra vez en las entradas del blog: todo es cíclico. Supe disfrutar los momentos en los que he estado arriba. Pero era consciente de que volverían las rachas reguleras. Y por eso estoy escribiendo estas líneas ahora. Desde hace un par de semanas… vuelvo a estar inscrito en las listas de desempleados del país. No lo voy a negar: la bajona comienza a aparecer. Agradezco muchísimo al universo todo lo que he tenido durante este tiempo. Y la experiencia aprendida durante aquella larga y dura etapa de desempleado me ayuda a mantenerme firme ahora. Dos semanas es muy poquito tiempo. Pero el miedo me sopla en la nunca cada mañana cuando abro los ojos sobresaltado y recuerdo que no tengo que ir a la oficina. La última vez que me sentí así tomé las riendas y me dejé llevar. El resultado fue este blog. Y, ahora, si no quiero caer en las fauces pestilentes del monstruo terrorífico que es el desempleo… más me vale moverme.
Y si me habéis dado las gracias durante años por desnudarme ante todos y mostrar mis alegrías, miedos, ansias y sueños… hoy soy yo el que os da las gracias por estar al otro lado de una pantalla llena de polvo a la que acabo de soplar. Me siento menos solo al saber que alguien leerá estas palabras y compartirá conmigo las diversas emociones que se sienten al tener un número de desempleado. Se puede, amigos. Yo lo he demostrado y, lo que es mejor, me lo he demostrado. Pero, una vez más, me toca volver a empezar.
¡Ánimo a todos! La vida es una y es corta. Y no merece la pena tirar días a la basura. Los días invisibles se olvidan con facilidad. Los días invisibles te hacen menguar. No permitáis que los días invisibles se adueñen de vuestras vidas.
Me voy a pasear.
Gracias por estar ahí. Cien visiticas al día son cien personas que siguen leyendo esto. Me hace sentirme…
Besos y abrazos.
JuanP.